domingo, 27 de diciembre de 2009

«El brindis del bohemio» y la pintura figurativa

«¿Cómo explicar que “El brindis del bohemio” se excluya de antologías donde está, por ejemplo, el “Nocturno” a Rosario?», se pregunta Gabriel Zaid en su libro Leer poesía (reedición de 2009, Debolsillo, México). ¿Es de veras tan cursi y atrasado el poema de Aguirre y Fierro?

«El brindis del bohemio» fue escrito en 1915. Prosigue Zaid:
«Aguirre no era un hombre del Establishment literario. Y, evidentemente, no podía serlo: no entendía de qué se trataba, a qué jugaban, qué estaban haciendo, por ejemplo, López Velarde y Reyes, que eran de su edad. Gracias a lo cual, anacrónicamente, pudo hacer un bonito poema del siglo XIX.»
Zaid lo afirma sin ironía, pues explica: «[...] el “Nocturno” a Rosario es un poema inepto y machacón, “El brindis del bohemio” es un poema que se deja leer.»

Zaid desarrolla sus argumentos: «¿Qué palabras sobran en el Brindis? Muy pocas. En general, son pertinentes y cumplen, a veces muy bien.» El poema de Aguirre posee «limpieza prosódica», «no resulta monótono», y su desarrollo está «bien llevado». En él «[n]o hay confusión entre el autor y el personaje del poema (que son varios).» «En cambio, el Nocturno está lleno de palabras que no añaden nada.» Posee cierto tipo de recursos literarios «que no cumple ningún fin expresivo, que está ahí simplemente por ineptitud.» El desarrollo del Nocturno es «totalmente confuso» y «tiene una lógica sonámbula».

La postura de Zaid evidentemente confronta el esnobismo que desprecia un poema popular por el mero hecho de serlo. Deja atrás toda culpa y todo falso pudor que nos ha inoculado la ideología de las vanguardias. «Si el arte no es radicalmente nuevo, es ya una antigualla y merece todo el desprecio», parecieran decirnos los defensores de la novedad por la novedad. Pero, por ejemplo, ¿no murió J. S. Bach pasado de moda?

Pues así mismo sucede con la pintura figurativa.

Pongamos el caso del famoso pintor Lucian Freud. La crítica mexicana María Minera lo plantea así: «[...] estamos ante un hombre de 84 años cuyas preocupaciones estéticas pertenecen, en un sentido estricto, al siglo pasado. [...] en términos históricos, ésa no es la clase de pintura (mucho menos de arte) que nos correspondería admirar; ése no es el artista que debería interesarnos.» («Lucian Freud», en La Tempestad, México, No. 51, noviembre-diciembre de 2006, págs. 94-95.) Minera pone en palabras muy claras los prejuicios que suelen guiar el mundo del arte contemporáneo. (Dicho sea con justicia, María Minera no abraza esos prejuicios, pues también asevera: «su presencia [la de Freud] es una de las pocas que no necesitan justificarse»; «la obra de Freud goza de una actualidad que muchos de los artistas de su generación [...] han perdido.»)

En 2008, en la exposición inaugural del MuAC (Museo Universitario Arte Contemporáneo, de la Universidad Nacional Autónoma de México) no hubo pintura figurativa. ¿Por qué?

Si manejas una jerga cool ya la hiciste. Hoy existe una vuelta más de esta tuerca: está de moda citar la cultura popular mexicana del tercer cuarto del siglo XX. Si usas las imágenes de Tin Tan, Mauricio Garcés y el Santo, estarás en sintonía con lo «aceptable». Si recurres al Kitsch, nadie te acusará de atrasado. Es más: podrás aparecer en las portadas de las revistas mexicanas para la clase media aspiracional. Pero atrévete a pintar retratos sobre lienzo y serás ninguneado. Triste...

Hablo de prejuicios cuando una ideología nubla la visión de las obras concretas. Hay tanta pintura mala como neoconceptualismo malo. Y hay tan poco neoconceptualismo digno como óleos excelentes. Es entendible que los artistas defiendan su territorio, pero lo grave es que existan instituciones públicas que se dejen manipular por la misma ideología de un reducido grupo de hijosdepapi y sus adherentes. El MuAC es ese nuevo bastión de los intereses de unos cuantos. Como dijo el escritor Tryno Maldonado (Temporada de caza para el león negro, Anagrama, 2009): «¿Quién dijo que el arte en este país era para cualquier hijo de vecino?».

Gabriel Zaid habla de «desacato» cuando explica por qué sí incluyó «El brindis del bohemio» en su antología de la poesía mexicana. Hay que desacatar la corriente principal del arte contemporáneo. A los que no estamos en las instituciones nos queda seguir trabajando. Y no callarnos.

Pero si abrí estas notas mencionando la poesía, mejor será cerrarlas reproduciendo un poema:

PINTAR LAS FLORES

Sin previa declaración de guerra invadieron
el país mientras él pintaba sus flores.

Siguieron las batallas y las derrotas.
Él continuó pintando sus flores.

Vino la resistencia contra el terror que desató el ocupante.
Él se obstinó en no abandonar sus flores.

Al fin los que hicieron el mal fueron vencidos.
Él prosiguió pintando sus flores.

Ahora reconocemos qué valiente fue ante todo ese horror
porque nunca dejó de pintar sus flores.

JOSÉ EMILIO PACHECO




sábado, 26 de diciembre de 2009

Otros 18 cuadros







martes, 22 de diciembre de 2009

La pintura / El realismo

LA PINTURA

Hay que pintar sin complejo de culpa. El respeto por el dibujo, por los materiales y por las técnicas tradicionales de la pintura sí sigue valiendo. Y sí importa el poder dibujar un cuerpo humano que no parezca involuntariamente tullido o contrahecho.

Es factible reinventar la pintura desde un punto de vista estético, no sólo áridamente conceptual. Debe irse más allá de ese arte de feria, de supermercado y de entretenimiento, y según el cual «todo mundo es un artista», de lo cual viene su banalidad e indiferencia.
Hoy el arte es absolutamente abierto y plural, y reconoce también la pintura y el dibujo como lenguajes visuales contemporáneos por derecho propio. ¿Por qué no colgar cuadros de la pared?

Es mejor ser sincero con uno mismo como artista, antes de disfrazarse como pretendidamente «original». Y se puede ser clásico y moderno a la vez.

EL REALISMO

La mimesis en la pintura, la imitación realista de la realidad visible, hoy para nosotros está preestablecida, no tenemos que obtenerla: es una convención histórica más de la que disponemos. Y podemos tanto adoptarla como manipularla, variarla y exhibirla; por ejemplo, al presentar e insertar citas en la obra, como se hace con algo ya dado: una especie de ready-made.

Para la teoría, la mimesis ya no representa nada pues no tiene un exterior. Pero esto no invalida que simultáneamente pueda continuarse la práctica de la pintura a partir de modelos reales. Es insustituible la confrontación directa del pintor con objetos y espacios concretos, la observación de las formas y los colores bajo la luz y frente a los ojos.

Es viable jugar el juego de la mimesis y asumir sus actuales reglas y condiciones para seguir explorando sus nuevas posibilidades.
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