Las luchas son variadas y siempre sufrirán contradicciones
internas. Incluso las más radicales están sujetas a los matices de la realidad.
Ejemplo: se protesta porque la embajada de Israel patrocinó,
directamente o no, la participación de unos artistas en un festival de danza,
pero se protesta por Facebook, que es una red social cuyo dueño, Mark Zuckerberg,
financió la campaña electoral de Donald Trump.
¿Y QUÉ TIENE? NO SON COMPETENCIAS DE PUREZA. LA PUREZA NO
EXISTE. Por eso están estéril el whataboutismo. Estamos haciendo una protesta
por los medios disponibles. La protesta no será pura.
Yo mismo he intentado navegar entre varias opiniones. He
evitado algunas protestas pro-palestinas porque creo en una solución realista y
pragmática que reconozca dos Estados y que retome los acuerdos de Camp David de 1993, hoy ya
tan lejanos y casi utópicos. Creo también en la desconexión de los colonos israelíes
como propone la organización israelí Peace Now.
También creo que la solución no vendrá nunca del partido Likud
de Israel y creo que eso será un problema interno de los israelíes, así como la
permanencia de Hamás será un problema interno de los gazatíes. Pero, dado que
ambos extremos son “halcones”, pues se seguirán alimentando mutuamente.
Sin embargo, creo que sí se debe hacer algo sin matices:
DETENER LA MATANZA. Yo soy de los que llaman genocidio a esta matanza. Pueden
discutir esa denominación si quieren, pero el hecho es que ya se cuentan
decenas de miles de muertos, muchos de ellos niños, y es cada vez más grave la
hambruna, la marginación, la carencia de atención médica y los requisitos mínimos
para vivir humanamente en Gaza. Se tiene que salvar a esa población civil e
inocente. Salvarla deberá pasar necesariamente por una condena frontal a lo que
está haciendo Netanyahu y a las políticas en la zona que llevan décadas.
Cada quien habrá de definir un límite mínimo, un grado
mínimo suficiente de dignidad humana, si así lo quiere definir. La matanza en Gaza
es uno de mis límites. Creo que no manifestarse por Gaza, y no manifestarse
contra las acciones cómplices con la embajada del régimen de Netanyahu es grave.
(Por cierto, la 4T espía a los ciudadanos con el programa
Pegasus, que Calderón compró a Israel, y que el peje y Sheinbaum han seguido
usando con singular disfrute. Ésa es mi observación whataboutista, ¿cómo ven?)
Hay gente, mucha, que sigue apoyando a la 4T. La 4T no cae en mi
límite mínimo. Cada quien sabrá vivir en su conciencia con lo que decida, y
sabrá qué grados de pureza les pide a los demás.
Hay quienes han decidido boicotear a Starbucks, pese a que
la campaña BDS reconoce que Starbucks no ayuda a Israel *estrictamente como
empresa*, aunque Starbucks sí puede apoyar a Israel un poco y de una manera
indirecta, dado que su mayor inversor tiene 3% de acciones y él sí apoya
directamente a Israel. Entonces, creo que la campaña BDS tiene razón cuando
dice que si uno quiere boicotear a Starbucks tiene todo el derecho de hacerlo,
pero también propone que es mucho más útil enfocarse a empresas que dan un
apoyo mucho más directo y robusto a Israel. Repito que cada quien pondrá sus
límites.
Por otro lado: acerca del “poder blando”, honestamente
pienso que, aunque el arte se ha usado en todas las épocas como propaganda, hoy
en día el arte tiene un peso propagandístico bastante menos importante que el
que tuvo antes de Internet, antes de la televisión, antes de la radio, antes
del cine. Los artistas somos bastante menos importantes que lo que creemos. Los
poderes blandos merecen condena cuando colaboran con un genocidio, pero también
son bastante secundarios si los comparamos con la financiación directa a la
industria militar. Repito: no es que no se condene al poder blando, pero acaso
no es la prioridad. Tampoco condeno que la gente condene ese tipo de poder.
Cada quien decidirá.
En cuanto a los lenguajes artísticos, como la técnica Gaga,
también pienso que se podrían y deberían someter a revisiones más matizadas.
Los lenguajes simbólicos, los del arte y las disciplinas estéticas en general,
pueden resignificarse. Ejemplos: así se reinterpretó un edificio virreinal como el Antiguo
Colegio de San Ildefonso para albergar los murales de José Clemente Orozco y
otros artistas. Así un director como Daniel Barenboim pudo dirigir la música de
Wagner en Israel. Así podemos pensar en Louis-Ferdinand Céline como un gran
autor, pese a ser una persona tan despreciable. ¿Cómo asimilar que músicos como Richard Strauss y Wilhelm Furtwängler llevaban una relación amable con el régimen nazi? ¿Cómo procesar que gente como Jean Cocteau supo socializar con oficiales del régimen colaboracionista de Vichy? Quiero pensar que la técnica Gaga no
tiene por qué cargar de manera permanente ni intrínseca las huellas del régimen
que la financió. Yo mismo admiro a pintores como Jackson Pollock y Willem de Kooning
pese a que la CIA usó a posteriori su obra como punta de lanza de un intervencionismo
cultural muy planeado. Creo que las obras no se limitan a su circunstancia
histórica, y que, cuando tomamos en cuenta esa circunstancia, debe ser con más
de un grano de sal y con toda la minucia y las gradaciones de gris que cada
caso conlleve y de acuerdo con qué tan distante o cercano sintamos cada problema.
Quisiera pensar en construir puentes, pero (como leí en una
publicación hace como dos días) también sería bien fácil expresar deseos
de paz mundial y “All You Need Is Love” como en un discurso de Miss Universo.
Por desgracia, en la creación de soluciones habrá que tragar más de
un sapo porque el problema en Oriente Próximo es uno de los más enredados del
mundo.
Yo quisiera que la creación de Israel no se hubiera dado
como se dio, con la participación un régimen colonialista como el del Reino Unido en
la repartición de las tierras, y quisiera que todo mundo estuviera en paz.
También me habría gustado que Hernán Cortés no hubiera conquistado Mesoamérica;
y que los romanos no hubieran conquistado las Galias, Hispania o Britania; o
que Bélgica no hubiera cometido un genocidio en África. Pero ya ven: la
historia ocurrió como ocurrió y hay hechos que podemos echar atrás, y hay
hechos que no podemos echar atrás, y luego hay otros hechos que NO son los más
fáciles de echar atrás, y quizá ni siquiera sea útil intentar revertirlos, al
menos por ahora.
Creo que habría que enfocarnos en lo más útil e inmediato.
Yo elijo NO pedir por ahora lo más radical ni lo más revolucionario. Para mí lo
más útil e inmediato es trabajar para detener la matanza y no permitir que los
civiles inocentes de Gaza sigan sufriendo las condiciones infrahumanas de vida
y muerte que experimentan ahora.
Por cierto: no apoyo a Hamás. La matanza del 7 de octubre no
tiene perdón. Hamás, además, recibió dinero de Netanyahu. Para mí son un grupo
terrorista sin grandes matices. Mi opinión es que habría que negociar con la Autoridad Palestina
en Cisjordania, con Mahmud Abbás y con los líderes que quieran construir un
puente de algún tipo. Pero nunca nada antes de detener la matanza en Gaza y de
dar vida digna a sus pobladores civiles e inocentes.
Y sí, he compartido esto en Facebook, pese a que el dueño de
Facebook apoya y ha apoyado a Trump. Y sí, ayer tomé un Sidral, que es una
marca que le pertenece a Coca-Cola, creadora de las “aguas negras del
imperialismo yanqui y el capitalismo burgués”. Y sí, ayer compré una cosa por
Amazon, porque no había en ningún otro lado la mercancía que yo buscaba. Como
consumidores tenemos agencia y elección, pero tampoco tanta.
Y sí, crucifíquenme por ser tibio y por no ser puro. Sé que
voy a quedar mal con casi todo mundo. He dicho.