viernes, 27 de enero de 2012

Artistas que pagan por trabajar


[Imagen tomada de: http://www.behance.net/gallery/I-am-Designer/546504]


Pongamos esta situación: uno llega a solicitar un espacio para exponer sus pinturas en dos lugares públicos de la ciudad de México. Se trata de la Casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles y del Centro Cultural San Ángel, administrados por el gobierno del DF. Y la respuesta no por ya archisabida resulta menos sorprendente: para exponer hay que pagar la renta del espacio. En 2005 la renta era de más de 500 pesos diarios, fines de semana incluidos. Y seguro hay más foros públicos con esas mañas, las cuales son 100% oficiales. Hasta hay tabuladores de renta.

Es decir: un gobierno que se dice y autocelebra como de izquierda ha decidido abandonar la cultura, al menos este aspecto de la cultura, en un garete de venalidad muy vergonzosa para un espacio público.

En las galerías públicas ¿por qué pagar nada?, ¿los funcionarios no pueden desquitar su sueldo? Ya que los presupuestos son magros o nulos, una posible salida a ello es hallar patrocinadores. Pero lo indignante es que existan «promotores culturales» que no sólo no buscan esos patrocinios privados, sino que deciden cargarle ese peso, como siempre, al artista, quien resulta ser el que les patrocina a los «promotores» la invaluable oportunidad de tomarse bonitas fotos cortando listones.

No son escasas las invitaciones que, en el fondo, convocan a pagar por que alguien más cuelgue los cuadros de uno, y ello sin garantía alguna de que los organizadores promuevan las ventas. Eso podría hacerlo yo, y gratis. Los artistas que deciden seguir accediendo a semejantes actos sociales están reforzando la idea de que el arte es una misión completamente espiritual, un acto de puro desprendimiento y generosidad humanitaria mediante el cual las personas se salvan del sucio materialismo.

Pero recordemos que el arte es un trabajo. Debe ser considerado un empleo con los mismos derechos y obligaciones de otras actividades profesionales. Y de ese modo, realizar una exposición no deberá pensarse como un privilegio ni como una concesión graciosa que nos obsequia la filantropía o la caridad de algún misericordioso. EXPONER NO ES UN PRIVILEGIO: ES UN DERECHO. Y, como artistas, arrastrarnos para entrar a un «espacio para exponer» es tan indigno como formarse para soportar las humillaciones que nos inflige el musculoso guardián de alguna discoteca de moda. Pedir una cuota de participación para exponer es como cobrar cover en una discoteca. Pero recordémosles a los dueños de esos locales de moda: nosotros, los clientes, los alimentamos a ellos, no viceversa.

Muchas galerías privadas no caen a niveles tan mezquinos, puesto que deciden no cobrar una renta ni una cuota de admisión, sino un porcentaje de las ventas. En ese caso podemos hablar ya de una situación ventajosa para ambas partes: la galería puede elevar la cantidad absoluta de sus comisiones conforme aumenten las ventas, y el artista no desembolsa ni un centavo después de pintar, sino que ofrece en especie unas ganancias que el galerista sabrá transformar en metálico.

En artes plásticas debería haber más representantes artísticos como los del gremio actoral. Cito de buena fuente: «Suponiendo que eres "la artista", ya seas actriz, bailarina, cantante, etc., tienes un representante, él te consigue trabajos, digamos el estelar en una película, o una serie de conciertos en el Auditorio, entonces él logra un acuerdo financiero con la persona que te está contratando (casa productora fílmica, organizadora de eventos, etc.), ellos acuerdan que te pagarán una cantidad X por hacer tu trabajo, y de esa cantidad X sale el 10 o 15% que se le debe dar al representante, ese porcentaje dependerá de un acuerdo previo que haces con tu representante...» En este ejemplo, ni el representante ni el artista pagan nada. Claro que trabajan mucho, pero el público es el que acaba pagando, y lo hace con gusto. Eso es ganar-ganar. Lo demás es puro círculo vicioso.

Claro que si pensamos en galerías, recordemos lo pocas que son y lo saturadas que están.

Habremos de CREAR UN MERCADO. Si no estimulamos esto, seguiremos en la minoría de edad profesional como artistas.

Llega a haber gente que te pide no sólo que trabajes gratis, ¡sino que pagues por trabajar! Si uno no tiene dignidad, le cobrarán por cada vez más cosas. Al artista le siguen cobrando porque es el único idiota que sigue pagando por todos los demás. « Bête comme un peintre »: «Bruto como pintor.» Algunos pintores justifican esa opinión.






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