jueves, 13 de febrero de 2020

¿Por qué no nos abrimos al arte contemporáneo?

Lo triste son varias cosas:

- que haya tan pobre educación artística en el país (decía Juan Acha: popularizar el arte no sólo es trasladarlo físicamente adonde la gente lo verá, sino sobre todo hacer accesible la educación artística);

- que, a pesar de no saber de un tema, opinemos tajantemente, y que condenemos o celebremos sin tener información (este saco, como varios otros, me queda perfecto);

- que haya quienes podamos tener mucha información pero pobre reflexión, de modo que los datos nos resultan poco útiles;

- que haya quienes juzguen "elitista" y "excluyente" que exista gente especializada (o como se diga) en ciertos temas, como la estética y la teoría del arte, cuando en realidad a la mayoría de especialistas les ha costado gran esfuerzo obtener ese conocimiento, generalmente en condiciones económicas muy precarias (y ese conocimiento es democráticamente accesible a cualquiera que quiera sentarse a estudiarlo);

- que juzguemos por encima del hombro la ignorancia de los demás, cuando en realidad no es tan diferente de la ignorancia propia (y me pongo también este saco);

- que haya quienes medren en este ambiente, a sabiendas de aprovecharse de la confusión;

- que nos quedemos en los escándalos mediáticos pero no en las raíces de los malentendidos y las brechas abismales entre los diferentes "paradigmas" (Kuhn) o "narrativas" (Lyotard-Danto) sobre el arte;

- que no intentemos subsanar un poco el abismo entre un grupo de 'connoisseurs' y una parte grande del público;

- que esos mismos 'connoisseurs' sean re ignorantes acerca de amplísimos aspectos de las vidas de muchas sociedades (más allá de las de Europa y EEUU, o de los grupos hegemónicos de nuestros países pobres);

- que no haya condiciones felices para subsanar los problemas mencionados.

Etcétera.

En ese caldo de cultivo es normal que pululen ideas rancias y absurdas, como la de que cierto arte es "degenerado" (para retomar el término extremo de los nazis) por no basarse en las reglas de las academias artísticas europeas de hace 130 o 200 años.

¿Hay arte contemporáneo muy bobo? Sí, mucho, como igualmente hay pintura figurativa tonta, repetitiva, derivativa, filistea, banal. ¿Hay especulación financiera en el arte contemporáneo? Sí, pero la hay más en la pintura anterior al siglo XIX. (Sumemos que la mayoría de los artistas contemporáneos viven en la precariedad; no todos son Damien Hirst.) Habrá que distinguir entre lo que vale la pena de cada vertiente.

Deberíamos estar más abiertas al diálogo las personas que querríamos que gozar de un Rembrandt no impida reconocer la importancia de Joseph Beuys o John Cage. Creo que de esa apertura depende un poquito del alcance del arte contemporáneo. Habrá que acopiar paciencia y saber argumentar con mayor claridad; se puede y se debe.

Nos toparemos con quienes no se abran a aceptar a su interlocutor, como hay fanáticos de políticos o de equipos deportivos; el diálogo será imposible con ellos y no deberemos insistir en "evangelizarlos" porque nada hay más triste y estéril que la voz del que clama en el desierto.

Y todos tendremos que ponernos a leer mucho.

[11-13 de febrero, 2020.]

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