miércoles, 6 de enero de 2010

Mallarmé y las ideas

«Un día el pintor Degas le confesó al poeta Mallarmé:
—Tengo ideas para hacer poemas.
—Pero, querido amigo —respondió el maestro Mallarmé—, los poemas no se hacen con ideas, se hacen con palabras.»

Esto lo narra el extraordinario escritor mexicano Hugo Hiriart.

Si esto pasa en la poesía, ¿qué ocurre en las artes visuales? ¿Será posible pretender con justicia un arte visual hecho exclusivamente de ideas? ¿«Desencarnar» las obras de su sucia materialidad y dejarlas en una pureza conceptual?

Sospecho que esas obras son arte de la índole más abstrusa, seca, estéril, aburrida, árida, previsible y pretenciosa posible. Tampoco se someten a un método, a un criterio de juicio, sea filosófico o de otro tipo. ¿Cuál es el criterio final de artisticidad (valga la palabreja)?

No es que esté mal la muerte de los parámetros universales de juicio, evaluación y discernimiento. Lo auténticamente malo es que cualquier fantoche tenga la oportunidad de ver su obra colgada en un museo prestigioso.

Total, lo importante es anonadar al público con rollos infinitos.



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