[Hace
dos días vi el video completo de la obra Palermo
Palermo de Pina Bausch, filmado en 1989-90. Hice para mí mismo una especie de relato de esta obra
imposible de resumir. Seguramente hay lagunas en mi narración, pero
pienso que son pocas y menores. Me falta ubicar los títulos de las
piezas musicales y los créditos. No he agregado casi ninguna interpretación, al
menos deliberadas ni que yo haya detectado.]
Sube
el telón. Se derrumba una pared de tabiques que
no estaban unidos con cemento ni con nada.
Una
mujer ansiosa se dibuja con tiza un tache en la cara. Hace una breve
secuencia de danza que yo interpreto como feliz. Dos hombres la
acuestan en
el piso.
«Toma mi mano», ordena
ella a
gritos.
Los
hombres obedecen.
«Abrázame», exige
ella, pero
rechaza lo que ella misma pide. Se arroja tierra encima. «Aviéntame
tomates a la cara. Aviéntame
tomates al estómago.» Ella llora. «Llévenme fuera.»
Un
hombre trae cargando a una mujer que está en posición fetal. Unos
hombres cargan a tres mujeres. Otros hombres hacen correr a otro
individuo,
manipulándolo como si éste fuera una marioneta. Al fondo, unos
ayudantes levantan algunos de los tabiques derribados. Al
fondo
hay una explosión brillante. Una mujer en camisón escala una pared
apoyada sobre la
espalda de un
hombre. Suenan
campanadas
por
varios
minutos. Varias mujeres y hombres se acuestan sobre
el suelo.
Un
hombre sirve un líquido en copas y se moja la cara. Sirve agua en
las manos de una mujer. Ella
sirve el agua de sus manos en las manos de otra mujer; varias
personas se pasan esa misma agua de mano en mano. Una
última mujer se queda con apenas unas gotas.
Una
mujer ordena un vaso de agua a una camarera. La camarera le pregunta
cuál es el límite de su tarjeta de crédito. La que ordena contesta
que $400,000. Ante esa respuesta, la camarera le dice que qué pena,
que no le puede servir.
Un
hombre carga
un
ramo de varitas secas y
hace
reverencias. Cuatro hombres traen a una mujer que sostiene una
botella en la mano; la
mujer atrapa la
botella entre las rodillas y la inclina para que el líquido se
derrame: la botella es como una especie de pene que orina. Las campanadas
terminan.
Un
hombre en blackface
y
con sombrero fuma; se inclina para exhalar humo hacia el suelo. Un
hombre sirve platos
de comida
en un mantel que está sobre los tabiques; un perro come de los
platos. La mujer ansiosa de la primera escena se acuesta en
el piso;
un hombre le envuelve con ropa las manos y los pies. Ella se hinca y
arrastra sus manos y pies mientras
dice:
«Ich mag keine Perlen» («No me gustan las perlas»), aunque
lleva puesto un collar de perlas.
Un
hombre le levanta y baja los brazos a una mujer mientras ella inhala
y exhala profundamente.
Él le da respiración de boca a boca. Ella hace una secuencia de
danza. Una mujer sonriente con abrigo de pieles y tacones se lleva a
la mujer.
Una
mujer con vestido de noche echa azúcar en una copa que tiene un
líquido. Se pone azúcar en los labios. «Antonio, kiss me,»
ordena;
Antonio
la
besa.
Un
hombre vacía sobre el piso un bolso lleno de monedas. Una mujer que
trae
una plancha se
detiene junto a él.
El hombre plancha la cola del vestido de
la mujer mientras
ella lo trae puesto. Un hombre con brazo enyesado se
quita el yeso y lo guarda
en una bolsa de plástico; se
pica la pantorrilla con un alfiler y dice «Au!» mientras mira a la
mujer que
traía la plancha.
Una
mujer con túnica negra dibuja algo con gis en el piso. Otra mujer se
sienta ante una mesita y bebe de una taza; se
quita dos anillos y los traga.
Un
hombre sujeta
a una mujer por las espaldas y la levanta.
Repite varias veces la acción. Otro hombre carga a otra mujer
también repetidas veces; al final la envuelve en una tela. Después
este
hombre expone los senos de la segunda mujer.
Ella cuenta: «…28, 29, 30…», etc.
Una
mujer carga a un hombre que se ve desfallecido. Otro hombre carga a
una mujer mientras ésta trepa la pared y corre. Entonces varios
hombres también la cargan. Ella camina sobre las manos que ellos han
puesto sobre el piso. Ella se acuesta sobre los pies de ellos, que
están en hilera, de modo que ellos la cargan con sus pies.
Una
mujer dice: «Das ist ein Zigeunerlied» («Ésta es una canción
gitana»), «Ich kann nicht schlafen» («No puedo dormir») y más
frases.
La
mujer ansiosa de la primera escena dice: «Oh, I learned from
Archilochus about the nightingale» («Oh, yo supe por Arquíloco acerca
del ruiseñor»), y dice más frases. Termina con un «Oh, oh, oh,
oh.»
Hay
un dueto de danza. Un hombre se pone un calcetín y los zapatos
mientras mira una televisión apagada. Entonces enciende la
televisión, en la que se proyecta un documental. Una mujer con
tacones trae comida en una charola y se acuesta. El hombre le da
botellas.
Un
hombre somete a otro mientras un tercero aplaude a la manera de un
músico de flamenco (pero muy lentamente). El
sometido , cuando
puede irse, apaga la televisión.
Entra
una mujer con espaguetis crudos en la mano. Dice: «Estos espaguetis
son míos», y va mostrándolos uno por uno mientras recalca con
firmeza que
ella
es
la dueña.
(Ver
minuto
48.)
Un
hombre —que
lleva una bata
parecida a la que usan los boxeadores— trae un pedazo de carne
amarrado en la muñeca. Corta un pedazo de esta carne y la asa sobre
la plancha. El hombre empieza a nadar sobre el piso mientras una
mujer le vierte agua de una botella. Después el hombre se sienta a
leer el periódico, el cual se quema un instante después . Mientras
esto último ocurre, suena una
música
triunfal.
Un
hombre dirige golpes hacia una mujer, pero interpone su propia mano,
de tal manera que la mujer nunca recibe los impactos. La mujer patea
varias veces el trasero de un segundo hombre; éste poco a poco le va dando a
ella varios
paquetes: son bolsitas (con
un contenido que no distinguí) que
él trae escondidas en
la
ropa.
Unos
diez personajes arrojan basura sobre el piso: papeles arrugados,
vasos de plástico, ropa, etc. Una mujer barre. Otra mujer coloca en
el piso unos
platos
de
cerámica.
Un hombre cruza el escenario cargando una maleta; saca
piedras de la maleta mientras dice: «Los musulmanes viajan con
piedras. Las piedras son un templo ante el cual rezar.» La mujer que
barre hace un gesto dramático y se queda inmóvil mientras un hombre
la acuesta como
si ella fuera un maniquí.
Un
hombre cuenta varias anécdotas
breves,
por ejemplo: «El perro sabía que moriría pronto, así que él
mismo se fue a morir dentro de un bote de basura.»
Una
mujer se sienta ante una mesita donde hay varios pares de zapatos. Le
grita a un hombre: «Antonio, ich glaub’ es fehlt Benzin»
(«Antonio, creo que no hay gasolina»). Menciona temas y objetos
inconexos con los
que sueña.
Se levanta por
un
instante mientras gime. Se vuelve a sentar y se va cambiando de
zapatos. Llega otra mujer.
Un
hombre ayuda a otro a dar pasos de ballet. Una mujer llega y un
tercer hombre se acuesta junto a ella. La mujer se saca un chicle de
la boca y lo estampa en la suela de su zapato. Ella se va al fondo y
se para de cabeza; en esa postura insulta al hombre que hacía
ballet.
Otro
hombre da manzanas a una mujer. La mujer coloca una manzana frente a
cada uno de sus senos. Mientras las manzanas están ahí colocadas,
el hombre muerde una. Otros dos hombres hacen malabares con más
manzanas.
Varias
personas arrojan fruta contra la pared del fondo. Empieza música que
me parece árabe
o gitana. Todos los miembros de la compañía pasan uno a uno a hacer
breves secuencias al ritmo de la música. Este baile es
impulsivo
y
me da
la impresión de estar
improvisado en
buena medida. Una mujer barre la basura. Un hombre, vestido en drag,
parodia la Estatua de la Libertad. Varios ayudantes se van llevando
tabiques. La música árabe y las breves secuencias siguen sin pausa
mientras esto ocurre. La Estatua de la Libertad trae un letrero:
«Pause / Intervallo». Algunas personas del público se levantan
mientras el baile árabe sigue en escena. Tras varios minutos la música acaba y los
bailarines salen del escenario. Aplausos. Intermedio.
SEGUNDA
PARTE
Una
mujer con vestido y tacones juega con una pelota. Ahí mismo se pone
otro vestido. Se tarda en subirse el cierre. Se pone perfume. Trae a
escena un refrigerador con ruedas. Dice: «Mi hermano y yo hacíamos
bolas de nieve en invierno. Las guardábamos en el refrigerador para
el verano.» Se va.
Entran
dos hombres con gabardinas. Una mujer chorrea leche en el piso
alrededor de ellos. Ellos se peinan. Otra mujer, que
lleva
palomas en las manos, los saluda con un beso.
Un
hombre golpea dos piedras entre sí. Se ve nervioso. Saluda al
público hieráticamente. Hace un torpe malabar con unas cuentas.
Sopla una pluma de ave y la atrapa en el aire con unas pinzas.
Una
mujer cuenta el cuento «Das Mädchen und die Rose» («La doncella y
la rosa»). Luego baila un solo. Después barre el piso con su pelo.
Una
mujer entra contando: «…26, 27…», etc. Trae una silla y
botellas de agua mineral. Saca tres bragas de una bolsa de plástico
y se las va poniendo, una encima de la otra, bajo la falda. Se
sienta. Agita el agua mineral y le saca el gas. Otra mujer le quita
bravuconamente la silla.
Llega
la mujer ansiosa de la primera escena. Pide a dos hombres: «Toma mi
mano, abrázame, abrázame más fuerte, bésame, toca mi pelo, toma
mi cabeza.» Los hombres obedecen sin chistar pero ella rechaza lo que ha pedido. Hace rebotar su cabeza sobre las manos de uno de los
hombres.
Un
hombre se «acuchilla» lenta, débil e inexpresivamente con
espaguetis crudos.
Un
hombre coloca en el piso unos bultos (que me parecieron panes). Carga
al hombre de los espaguetis. Se rasura con máquina, se
sienta ante una mesita. Bebe de una copa, pero como la copa está
adherida a la mesa, tiene que levantar también
a
ésta para
beber.
Carga a una mujer, y cuando la sostiene en lo alto, la mujer cae
semidesnuda; el hombre se queda con el vestido en las manos. El
hombre se pone un mandil, fríe
un huevo sobre la plancha, dispara
balazos sobre la mesa. La mujer semidesnuda se ha tapado el torso con
un mandil y hace movimientos con los brazos mientras sujeta un
encendedor en cada mano. Él le da un libro para que ella se siente a
leerle algo. Ella lee: «Der verlassene Mann» («El hombre
abandonado»). Varios hombres le besan la mano al
hombre;
traen cinco pianos verticales con ruedas; tocan música. Una mujer
con velo negro se sienta a oír a los cinco pianistas mientras bebe
cerveza. Atrás hay niebla (de una máquina de humo).
Se
corta súbitamente la música de los pianos. De inmediato se oye
música que
me pareció árabe
o
gitana. Nueve mujeres bailan al unísono, formadas
en
dos hileras paralelas al borde del escenario. Al
mismo tiempo, otra
mujer se toma una selfie
con
una cámara; después pide a un espectador que le tome una foto.
Un
hombre con gabardina, sentado, recita algo al ritmo de una marcha que
alguien toca en el piano. Una mujer pide que le sirvan agua en una
copa; un
hombre la hace dar piruetas mientras ella sostiene la copa en la
mano, de modo que el agua se derrama. La mujer baila un solo; le pide
autoritariamente a un hombre que le tome fotos. Después ella le toma
fotos a él mientras otro hombre la hace dar piruetas de nuevo.
Un
hombre con gabardina se acuesta en el piso y se pinta las uñas de la
mano izquierda. Otro hombre con gabardina llega. Los dos se quitan
las gabardinas. Uno de ellos lava su camisa en una cubeta y se la
vuelve a poner, mojada. El otro se desnuda al fondo del escenario y
se baña sentado. El de la camisa mojada enciende una vela y se gotea
cera sobre el brazo.
Una
mujer se pone azúcar en los labios y pide a un hombre que la bese;
él la obedece. Ella solicita: «Toca algo para mí», y el de la
camisa mojada —que ahora se ha
colocado
varias velas encendidas encima del antebrazo derecho— toca el
saxofón. La mujer saca un collar de perlas y otras joyas de un tazón
de vidrio. Otro hombre acompaña la música con piano. La mujer da
gracias al del saxofón y la música termina. Otra vez la
mujer se
pone azúcar en los labios, pide «Bésame», es besada y se va.
Veintidós personas se ponen manzanas en la cabeza. Hacen
dos hileras paralelas al borde del escenario y avanzan lentamente,
codo a codo, con música solemne de banda de metales.
La
escena se corta súbitamente y entonces 20 personas avanzan poco
a poco de
derecha a izquierda del escenario, encorvadas, dando saltitos al
unísono. Suena música de gaitas.
Acaba
la música de gaitas. Del
techo bajan
árboles y
se
acomodan sobre el piso. Un
hombre narra con micrófono el cuento «Der Fuchs und die Gänse»
(«El zorro y los gansos»). La
última frase es: «Los
gansos siguen rezando.»
Fin.
Zigeunerlieder:
»Drohung«, »Das Mädchen und die Rose«, »Der verlassene Mann«,
»Klage«.