Transcribo
aquí un reportaje aparecido hoy en Notimex:
2020-04-19
10:31:21
¿Soplan
vientos de cambio en la Cultura y las Artes?
Víctor
Roura / Mario Bravo Soria
[Ante
la más reciente coyuntura de expectativas, discusiones,
posicionamientos e incluso dimes y diretes acerca del destino del
Fonca, y tras la resolución oficial comunicada el pasado viernes por
la noche; en la sección cultural de Notimex hemos decidido realizar
este reportaje para aportar algunas reflexiones en torno a dicho
complejo e insoslayable tema...]
La
Cultura y el Estado: prácticas reiteradas
México.
19 de abril (Notimex).— Durante la noche del viernes 17 de abril,
la Secretaría de Cultura federal informó, a través de un
comunicado, que el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca)
sería incorporado a la dependencia a cargo de Alejandra Frausto como
resultado de las distintas negociaciones que ella sostuvo con el
titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP),
Arturo Herrera, así como con la encargada de la Secretaría de la
Función Pública (SFP), Irma Eréndira Sandoval.
Tal
resolución causó mucha expectativa en el sector de creadores,
promotores culturales y artistas, pues entre los posibles panoramas
se avizoraba la desaparición absoluta de dicho fondo con las
caóticas consecuencias que ello traería consigo. A final de
cuentas, no existió tal disolución total del Fonca sino una
asimilación por parte de la dependencia cultural federal. Pero,
indudablemente, tal episodio no representa un punto final en dicho
tema; por el contrario, la decisión dada a conocer hace dos días
coloca puntos suspensivos en todo lo relacionado a la diada Estado y
Cultura. Ante la actual coyuntura que coloca, nuevamente, a la
creación artística y a las expresiones culturales dentro de una
necesaria revisión, surge paralelamente una seria de interrogantes
insoslayables: ¿el Estado mexicano, históricamente, ha sabido cómo
relacionarse con los creadores artísticos y culturales?, ¿cuál ha
sido el papel que la Cultura jugó para los distintos gobiernos
durante el siglo XX mexicano y lo que lleva de vida el siglo XXI? Los
apoyos económicos brindados durante distintos sexenios al sector
artístico y cultural, ¿han propiciado procesos de creación
artística a la altura de lo que requiere una sociedad como la
mexicana?, ¿los ha entorpecido? Con dichos estímulos, ¿se ha
apoyado económicamente a quienes realmente lo requieren o se han
construido ciertas élites con privilegios mediante para que ciertos
personajes, una y otra vez, reciban un estímulo económico que no
les es indispensable no ya solamente para crear sino para sobrevivir?
Vayamos
un poco más lejos. ¿La sociedad mexicana comprende a cabalidad de
qué se tratan los procesos de creación cultural? ¿El Estado
entiende que crear una obra de teatro, escribir un cuento, montar una
coreografía, pintar un óleo, componer una pieza musical o realizar
una película resultan ser procesos que necesitan una maduración de
ideas, la certidumbre de que el creador cuente con lo necesario para
subsistir económicamente mientras dicho proceso se gesta, así como
que tal dinámica creadora no es para nada comparable con un acto de
"producir" cultura como si se tratara de una maquiladora?
Un
tema como el de la posible desaparición del Fonca y otros
fideicomisos destinados a proporcionar apoyos económicos a creadores
artísticos y demás integrantes del sector cultural mexicano abre
interrogantes mayúsculas, más de fondo y que resulta impostergable
su atención: ¿cuál es la función de la Cultura dentro de una
sociedad como la mexicana?
Un
aparato estatal como el nacido en tiempos posteriores a la
Revolución, mismo que históricamente desde su creación tiende a
las corruptelas, malos manejos, desvío de recursos y demás linduras
como sello distintivo, ¿es capaz hoy en día, bajo el proceso de la
autodenominada Cuarta Transformación, de escapar de dichas viejas
costumbres y, por fin, colocar a la Cultura en el lugar primordial
que una sociedad tan lacerada, violentada, fracturada y dolorida
requiere?, ¿puede construirse un mecanismo de apoyo estatal a la
Cultura y al Arte sin que dicho proceso “compre” la domesticación
de las grandes voces, aquellos que son reconocidos a nivel nacional e
internacional y, paralelamente, sin que asigne a cuentagotas los
necesarios apoyos a orquestas infantiles rurales, compañías de
teatro independiente, editoriales de bajo perfil, y demás proyectos
que no cuentan en su currículum vitae con apellidos de renombre y
peso en el escenario cultural de este país?
Repensar
los tejidos sociales
Asumimos
que casi nadie se opondrá a la afirmación de que el Estado debe
asignar presupuesto público para apoyar al Arte y la Cultura; ese no
es el tema central. Lo que verdaderamente importa analizar desde
múltiples aristas es el proceso a través del cual dichos estímulos
se reparten, quiénes deciden a cuáles ciudadanos y a cuáles no se
les asignarán, cómo evitar las viejas prácticas del siglo XX y
comienzos del XXI en donde cada gobierno federal en turno encumbraba
a sus intelectuales, artistas y creadores culturales favoritos...
otorgándoles becas o favoreciéndolos con políticas culturales, a
la par que dejaban descobijados a la gran mayoría de los integrantes
de dicho sector, que debían competir por las sobras del presupuesto
sexenal.
Escenarios
de crisis global como el que actualmente padecemos a causa de los
estragos propiciados por la pandemia del Covid-19 resultan ser
momentos bisagra, similares a lo que el filósofo alemán Walter
Benjamin nombraba como “freno de emergencia” ante el abismo
propio del caos causado por el capitalismo. Parecería idóneo el
tiempo presente para que en México repensáramos todo, absolutamente
todo antes de que —aún no sabemos cuándo— volvamos a la
“normalidad”. Antes de que las universidades públicas regresen a
clases, seguramente cabría un largo proceso reflexivo acerca de su
función social, su capacidad de producir ciudadanos críticos, su
manera de tratar económicamente al cuerpo docente, las teorías que
se enseñan, los para qué y los cómo...
Asimismo,
habría que repensar para qué anhelamos volver a salir a las calles
y estar en el espacio público junto a los demás. ¿Acaso no es el
momento para conmovernos y comprender la fatalidad que hasta antes de
esta emergencia sanitaria ocurría ya en el espacio público de
nuestro país? Asesinatos, violaciones, injusticias, dramas
cotidianos, pérdidas de vida por sinrazones... la putrefacción
hecha calendario. Y así habría que repensar la vida en la casa, la
vida en pareja, la economía, nuestra relación (de dominación,
mayormente) para con la naturaleza, nuestro afán de consumir
mercancías con una obsolescencia programada, la escasa calidad en
los contenidos de televisión, radio y prensa escrita (sin obviar a
las benditas redes sociales)... todo cabría repensarlo, y,
desde luego, también la Cultura y el Arte, pues son territorios
esenciales.
Por
ello en esta sección cultural decidimos realizar el siguiente
reportaje, para el cual buscamos a ciertas voces que, de una u otra
manera, participan en el ámbito de la creación artística y
construyen eso que conocemos como Cultura.
Buscar
la beca para escribir libros
Cabe
aclarar que nuestros entrevistados fueron abordados días antes de
que se emitiera la resolución que incorpora al Fonca dentro del
andamiaje de la Secretaría de Cultura federal, aunque ello no impide
que sus reflexiones tengan un alto valor de vigencia pues la
determinación informada por Alejandra Frausto durante la noche del
viernes anterior no pone punto final a la urgente reflexión sobre el
tema. Por el contrario, las declaraciones recogidas en su mayoría
por nuestro reportero Cristóbal Torres no están, por así decirlo,
salpicadas previamente de un hecho ya sabido que podría, en este
caso, prejuiciar o inclinar radicalmente la opinión ante una
resolución ya tomada que estas serían piezas reflexivas para otro
reportaje, ya que el debate apenas se inicia.
Para
abrir tal ejercicio periodístico de reflexión plural, comencemos
por indagar cuáles son los puntos positivos de la existencia del
Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. El cuentista para niños,
Adolfo Córdova, nos compartió al respecto:
—Me
sumo a las voces que reconocen la vitalidad y la proyección que ha
dado el Fonca a la cultura y al arte dentro y fuera de México. Para
muchos de nosotros significó el principio de una carrera. Yo apliqué
a la beca Jóvenes Creadores sin tener premios ni libros publicados,
sólo con un proyecto y una muestra de obra bien trabajados. Esto fue
en 2013. Hay que decir que antes había aplicado un par de veces y no
me la habían asignado: en 2013 finalmente me la dieron con un nuevo
proyecto de libro que se llama El dragón blanco y otros
personajes olvidados. La beca la obtuve durante 2013 y 2014. En
2015 mandé ese manuscrito al Premio Nacional de Bellas Artes de
Cuento Infantil Juan de la Cabada y ganó. Ese es un libro que ha
tenido reconocimientos internacionales...
“A
la fecha se han impreso 33,000 ejemplares del libro, lo cual todavía
me sorprende decirlo pero lo pongo como un ejemplo de un proyecto que
ha circulado mucho entre lectores y que yo pude escribir gracias a
una beca Jóvenes Creadores: no es sólo un apoyo que, como se ha
criticado muchas veces, no tiene un impacto social directo... claro
que sí lo tiene, este es un ejemplo práctico y cuantitativo. Todos
los proyectos que se apoyan en el Fonca tienen en mayor o menor
medida un beneficio social y lo digo también a la luz de los ataques
que ya se habían hecho anteriormente, recordemos que el Fondo ya
peligraba hace un par de años”.
El
escritor mexicano radicado en Estados Unidos expresa que gran parte
de los proyectos apoyados por el Fonca tienen un impacto no sólo en
México, sino también en el extranjero:
—Por
otro lado, mi pareja [la fotógrafa Mariela Sancari] realizó una
residencia artística con una beca del Fonca durante 2013 con la cual
produjo una serie que se llama Moisés, que posteriormente la
convirtió en un fotolibro con el apoyo del Sistema Nacional de
Creadores de Arte. Moisés se ha presentado como libro en
México, Guatemala, Estados Unidos, Colombia, Brasil, Argentina,
Chile, España, Francia, Croacia, Bélgica, Suiza, Irlanda,
Eslovaquia, Serbia, Singapur, Corea del Sur, India, Australia y Nueva
Zelanda... Esto, para ver un poco el impacto.
“Ni
Mariela ni yo provenimos de familias de artistas ni habíamos hecho
carrera en el gremio o la élite cultural, ambos trabajábamos en
diarios y aplicamos a estas becas con muy poca trayectoria artística,
sin ningún conocido o ‘conecte’, como luego le critican a la
beca. En 2018 volví a obtener la beca Jóvenes Creadores con un
nuevo proyecto, después de intentar varias veces y que me la
volvieran a negar, finalmente la pude tener por una segunda vez; con
ese apoyo escribí un nuevo libro en el que sigo trabajando y,
bueno... tener las becas me ha permitido, además de recuperar mis
impuestos pagados [no olvidemos que es un programa que emana de
nuestros impuestos], dedicarme casi exclusivamente a la creación...
lo cual no me parece que sea algo que debiéramos justificar, pelear
y defender”.
Un
pago merecido
Dentro
de la misma interrogante acerca de cuáles son los impactos positivos
de la distribución de recursos económicos a través del Fonca,
entrevistamos a Rubén Ortiz, director e investigador de teatro con
más de un cuarto de siglo montando obras tanto en México como en el
extranjero. Él refiere que son tres los aspectos más relevantes en
cuanto a los efectos favorables de la existencia de un Fondo como el
aquí mencionado:
—Permiten,
uno, que nuestro trabajo sea remunerado de la manera más cercana a
lo que merece, porque ni siquiera alcanza; dos, permite hacer
contacto en muchas ocasiones con poblaciones que de otra manera no se
tendría contacto; y, tres, permite la realización de un trabajo
que, como el científico, requiere de tiempos y espacios de
investigación, de ensayo y error, que de otra forma no ocurriría;
no hay un solo trabajo en la historia moderna del arte de innovación
que haya surgido sin tiempo y sin espacio de experimentación.
Rubén
Ortiz considera que, si bien el Fonca posee una arquitectura “muy
discutible”, la comunidad artística organizada la ha tratado de
perfeccionar “en vías de garantizar los derechos laborales, pero
también los derechos culturales”. Para el académico, la
Secretaría de Cultura ha sido “completamente omisa acerca del
asunto de los derechos laborales de los artistas, cosa que de manera
imperfecta hace el Fonca”.
Pareciera
indiscutible que los recursos económicos que el sector cultural y
artístico reciben a través de dicho Fondo resultan totalmente
necesarios para quienes desempeñan actividades dentro de tal ámbito;
indiscutible también sería que tal repartición de beneficios
propiciara una producción de contenidos culturales, otro asunto será
discutir si dichos materiales son de alta calidad o no, y
paralelamente a esto, si encuentran los canales idóneos para su
difusión en el territorio nacional. Ese es otro tema.
Pareciera
evidente que, tal como lo expresa el refrán, “cada quien opina
según como le va en la feria...”, pues apreciamos que quienes han
obtenido la beca manifiestan haber tenido una vinculación, a todas
luces, grata y reconfortante para con el fideicomiso federal. Pero...
¿acaso ser beneficiario de un recurso económico impide mirar los
yerros que se hallan también dentro de dicho mecanismo que
simultáneamente al beneficiarlo a uno irremediablemente comete
algunas acciones impropias y poco transparentes?
El
mérito y el juicio
“Nadie
tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo
estricto”, dijo el poeta Salvador Díaz Mirón. Dicho aforismo nos
sirve para ejemplificar lo que consideramos como problema central en
torno a los recursos estatales repartidos al sector cultural y
artístico en México: el problema, obviamente, no es que tal o cual
personaje reciba la beca (finalmente la posibilidad de obtenerla ahí
está, la convocatoria es pública y supuestamente plural), cada
creador está en su derecho no sólo de pedirla, sino de acceder a
ella. Además, el dinero recibido lo ocupa para crear arte que se
plasma en una expresión cultural. Los creadores, en todo caso,
ejercen un derecho y el Estado cumple una obligación; ahí no se
halla el punto central de la cuestión.
Lo
complejo y motivo de un urgente análisis es ese mecanismo a través
del cual fideicomisos como el aquí mencionado, desde su fundación,
fueron utilizados por el aparato gubernamental para construir
cofradías intelectuales, artistas y personajes de la Cultura que se
codearon con el presidente en turno, obteniendo canonjías y dando a
cambio elogios o en el peor de los casos, silencios, o ambigüedades.
ante yerros gubernamentales.
Fernando
de Ita, crítico de teatro y periodista cultural, opina al respecto
poniendo el acento en una dinámica evidente desde el surgimiento del
Fonca durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari:
—Se
ha hablado de cómo las mafias del poder se han apoderado del Fonca.
Siempre se menciona de que fue Carlos Salinas de Gortari el que lo
instituyó para comprar intelectuales; pero la verdad es que, desde
la década de los setenta, Gabriel Zaid primero, después Octavio Paz
(y el grupo del propio Octavio Paz) cuando todavía no eran los
mandarines de la cultura, comenzaron a pedirle al Estado esa
responsabilidad, sobre todo Paz al venir de Europa, donde ya se
ejercía esta acción del Estado a favor de la cultura. No hay que
olvidar que en un principio fue la reivindicación de los propios
artistas intelectuales para el oficio, para su profesión, para los
compañeros. En este país presidencial no había otra manera de
hacerlo que a través del presidente de la República, que
seguramente aprovechó eso para cooptar muchas voluntades.
“También
es totalmente cierto que, al principio, los mandarines de la cultura
se agandallaron el Fonca dándoselo a sus cuates, a sus alumnos, a
sus amantes, eso es totalmente cierto; pero fue evolucionando de tal
manera que ahora el conflicto es uno: para juzgar, ¿cómo juzgas tú
una obra de arte? Puede haber muchas formas de hacerlo, pero hay una
que es el mérito artístico. El Fonca está basado en el mérito
artístico y por eso en él hay tanta endogamia, porque entonces a
los que se premia es a quienes han tenido oportunidad de mostrar su
proyecto y tener un trabajo de calidad: y, en ese sentido, a mí me
parece también que ha sido excesivo el número de veces que se han
ganado algunas personas este apoyo.
“Pero
el problema es que, por ejemplo, el Sistema Nacional de
Investigadores es de por vida: mientras tú estás investigando,
puedes estar en ese sistema y desde la Cultura se trataba un poco de
homologar eso. Yo le digo a los compañeros que están en contra del
Fonca: perfecto, vamos a democratizar el Fonca: pero, si es cierto
que somos dos millones de mexicanos los que nos dedicamos de alguna
manera al arte, ya sea en la calle, de payasos, con compañías,
etcétera, si somos dos millones de personas, entonces con el
presupuesto actual se tardarán un milenio en darle a todos esos dos
millones de personas un solo apoyo de por vida”.
El
retiro de las becas vitalicias
Por
su parte, la novelista mexicana, dramaturga y guionista, Malú
Huacuja del Toro, desde Nueva York donde radica desde hace dos
décadas, respondió a Notimex al respecto, siendo crítica con lo
que ha sucedido históricamente en la repartición de becas y la
creación de élites intelectuales:
—¿Será
posible que se les retire la beca vitalicia a quienes
discrecionalmente recibieron esos subsidios transexenales, desde
tiempos de Carlos Salinas de Gortari hasta el actual gobierno, por
motivos que nunca se le explicaron a la opinión pública y que nada
tenían que ver con “apoyar al sector cultural” ni “a la
libertad de expresión”? Yo lo dudo muchísimo porque las mafias
culturales son transexenales y multipartidistas. De todas maneras,
sueño con ello y si tal cosa se hiciera realidad, la primera que
regresaría a México a festejarlo soy yo. Pero lo dudo, tal vez
porque he vivido demasiado.
¿Será
así posible que lo soñado por Malú Huacuja del Toro se vuelva
realidad a partir de las políticas culturales emanadas del gobierno
actual federal? Sólo el tiempo lo dirá... La novelista aún no
puede creer que hayan recibido la beca eterna los Nobel de literatura
Octavio Paz y Gabriel García Márquez, por ejemplo.
A
favor de las colectividades, no de las individualidades
Lo
que a continuación señala el periodista y editor Víctor del Real
resulta ser un aspecto pocas veces abordado cuando se reflexiona
acerca de los recursos económicos que el Estado asigna para
creaciones culturales y artísticas. En Occidente solemos asumir al
autor y a su obra de una manera individual, es muy poco frecuente que
encontremos emprendimientos en los cuales no destaque el artista y se
ponga por delante a la colectividad e incluso a la comunidad:
—En
realidad yo no he visto hasta la fecha un resultado interesante de
este programa: pero también confieso que antes no lo vi mucho; es
decir, para mí es parte del Estado mexicano... de la inamovilidad
del Estado mexicano. Esto quiere decir: no es en sí el desarrollo de
la cultura lo que está en crisis a causa del Fonca, no; es el Estado
en general lo que determina que esas cosas finalmente sean petardos y
no sean balas, misiles.
“Yo,
en primer lugar, juzgo importante que esos apoyos sean a
colectividades, no a individuos. La experiencia de los últimos 20
años, o desde la llegada de Salinas para acá, ha sido la
individualización de los reconocimientos, de los premios, de los
apoyos, entonces el artista o el escritor tendió a vivir en un nicho
y yo los sorprendo muy seguido en recepciones que están muy ajenas a
nuestro país y a ellos les parece muy elegante y hasta lo acusan a
uno de atrasado, de ser una persona que vive tras la cortina del
nopal todavía; pero no, la verdad es que no: lo que yo he visto es
la caída del artista y del intelectual mexicanos, de su capacidad
crítica que necesariamente decrece en su capacidad creativa. En este
momento, te lo digo con sinceridad, son pocos los creadores que me
interesan".
Los
mecanismos de evaluación
Un
rasgo similar aprecia Liliana López Borbón, consultora y asesora de
proyectos culturales locales. Coincide con Del Real en que el reto
mayúsculo de mecanismos como el Fonca estriba en que lleguen a
quienes no están bajo las luminarias ni tras los cocteles de honor
rodeados de la clase política:
—El
sistema tiene aciertos y aprendizajes de muchos años. aunque es
perfectible. Sin duda la estructura de jurados expertos, los
mecanismos de evaluación y el asegurar la libertad creativa son
asuntos centrales que no se deben dejar de lado. Pero ampliar y
actualizar a otras formas de expresión que se han multiplicado y,
sobre todo, concentrarse en el reclamo de los artistas emergentes de
tener mayor cabida para llevar sus dinámicas expresivas a otro nivel
son demandas que se deben revisar.
“La
democratización y ampliación del mecanismo implica una gran
responsabilidad porque volverse vitalicio dentro del sistema no
necesariamente es la mejor manera para que la multiplicidad de los
circuitos culturales encuentren formas de relacionamiento con los
ciudadanos”.
Apoyos
desproporcionados... resentimientos y mala fe
El
director de la compañía/laboratorio de danza Asalto Diario, Miguel
Ángel Díaz, al preguntarle si cree que las becas del Fonca llegan
realmente a quienes las necesitan, respondió que dentro de los
puntos por mejorar en dicho mecanismo de repartición de recursos, un
aspecto central es el de eliminar las jerarquías en las disciplinas
artísticas. Según su experiencia, la danza recibe menos apoyos que
el resto de expresiones culturales:
—No
todo es negro ni todo es blanco. Seguramente el porcentaje de los que
necesitan es menor de los que ya tienen la beca o de los que ya la
han tenido en reiteradas ocasiones. Esa sería la situación que
habría que corregir: saber si todos los que la necesitan tienen un
apoyo del Fonca. También tendríamos que ampliar la posibilidad
financiera del Fondo para que pudiera ampliarse a muchísimas más
becas. De hecho, por sector, podríamos decir, nosotros en danza
tenemos menos becas que los de cine, teatro, artes visuales o
literatura, quizá. También ahí es desproporcionado el apoyo.
En
este mismo tenor, Rubén Ortiz, quien forma parte del cuerpo de
investigadores del Centro Nacional de Investigación Documentación e
Información Teatral Rodolfo Usigli (Citru), aclara que quien invente
el “mito” de que ese tipo de apoyos “es una cuestión de
privilegios” no conoce las dinámicas de trabajo de los artistas
que han logrado desarrollar trabajos y producciones:
—Hablar
de privilegios es hablar con resentimiento. desconocimiento y con
mala fe.
¿Quién
elige a quienes asignan las becas?
¿Cómo
llegó a darse ese fenómeno de “privilegios” que remarca
Fernando de Ita al iniciarse el Fonca durante el salinato? Todo
surgió, evidentemente, por la manera en que se elegía a quienes, a
su vez, seleccionarían a los merecedores de las becas:
—Yo
he sido jurado nada más una sola vez —dice De Ita—; ¿pero cómo
valoras la obra artística? De Jóvenes Creadores llegan mil y tantas
solicitudes, ¿y a quién se lo das? Las mujeres, por ejemplo, están
diciendo: pues, por justicia de género, debe ser 50 y 50. Eso es una
propuesta que hay que considerar porque dicen: aunque la obra de la
mujer sea menor en este momento que la de los hombres, es por la
falta de condiciones para desarrollar su trabajo, lo cual es
totalmente cierto; pero entonces hay que hacer ese consenso. ¿No va
ser el mérito artístico el que va a valer sino va a ser exactamente
la necesidad? ¿Cuál va a ser el criterio para poder determinar a un
señor que de verdad escribe muy mal en lugar de un joven que escribe
muy bien?
“Es
un problema subjetivo, porque todo el arte en sí es subjetivo y
juzgar el arte es otra subjetividad también. Cada quien puede tener
una opinión. Yo te presento un cuadro y a ti te puede parecer una
cosa y a mí otra. Entonces, ¿cómo hacemos consenso…?”
Al
cuestionársele cómo se eligen a los jurados que seleccionan a los
ganadores de los estímulos económicos, De Ita respondió:
—Sí,
ahora ya es por tómbola. Antes ese era el problema: los funcionarios
determinaban quiénes eran los jurados y de esa manera se podía de
pronto hacer trampillas y nombrabas a quien tú quisieras. Ahora no;
entra en una tómbola el nombre de los jurados. Solamente por eso
salí yo, porque a mí nunca me habían llamado. Uno como crítico lo
menos que tiene son amigos.
¿Qué
debe entonces modificarse en el Fonca?
Al
ser incorporado a la Secretaría de Cultura federal se esperan
modificaciones importantes en los mecanismos emanados de dicho
programa, las cuales tendrían que atravesar distintos y variados
cuestionamientos y críticas sobre su funcionamiento. En dicho
sentido, Liliana López define:
—Me
parece que la palabra “apoyo” incluye una visión de asistencia
que no me parece acertada, más que apoyos se trata de impulsar,
fomentar, comunicar y estructurar las posibilidades económicas y de
infraestructura, no sólo para que se ejerza la libertad creativa y
que los artistas tengan mayor capacidad para desplegar su obra, sino
para que los ciudadanos puedan disfrutar y participar de aquello que
generan los diferentes actores del sector. En este sentido,
consideramos que hace falta un trabajo fuerte en la sociedad para que
se reconozca la importancia de lo cultural y de las dinámicas
expresivas para aumentar la calidad de vida y el bienestar de los
ciudadanos.
Por
su parte, el director de danza Miguel Ángel Díaz sostiene que
existe una disparidad entre quienes concursan en la capital del país
y quienes lo hacen desde el resto de las entidades federativas, lo
cual acarrea una injusticia:
—En
Ciudad de México no tenemos Fonca estatal, solamente el federal.
Participamos junto con todos en las becas federales. Los estados
tienen cada uno como su Fondo local y apoyan a sus artistas locales;
sin embargo, el presupuesto tampoco es mucho, no alcanza para todos.
Debe haber una manera para que haya un recurso suficiente para la
cantidad de artistas que somos. No todos somos afortunados becarios
del Fonca. Hay quien nunca en su vida ha recibido un apoyo y hace
trabajos para el arte, la cultura y la comunidad. Hace falta.
“Transparencia
y movilidad en los jurados. Transparencia en cómo se determina;
hacer público cómo va a ser el jurado, cómo se decidió. Más
movilidad para que no sean los mismos de siempre; el que ya fue, pues
seguramente no podrá ser en los siguientes cinco o seis años. Hay
tantos que no podemos repetir. Ahora, ¿qué personas compiten?, ¿son
los becarios que han recibido becas?, ¿los que no han recibido
becas? Eso es lo que todavía no está tan claro: qué nombres son
los que se ponen ahí para hacer la selección al azar. Hace falta
más claridad en ese proceso para toda la comunidad, para que todos
tengamos claro y no se arme chisme, pues. La base esencial de la
continuidad del Fonca radica en la transparencia y la
democratización”.
Poner
un tope al número de veces de acceso a la beca
Otro
aspecto importante e insoslayable es la descentralización de los
recursos económicos destinados a dicho sector, tal como lo asevera
el crítico de teatro Femando de Ita:
—La
descentralización ha sido uno de las peticiones que se ha hecho. Si
revisas los primeros Fonca’s, casi en los primeros diez años el 80
por ciento de los becarios eran chilangos, o gente de fuera pero ya
avecindada en la Ciudad de México. Gracias a presiones de la gente
de fuera se demostró que en los estados hay gente capaz, artistas
tan importantes y de tanta calidad como en la Ciudad de México. Se
empezó a descentralizar un poco. Ahorita ya está por ahí del 30
por ciento de los estados. Incluso, en la edición que a mí me tocó,
éramos cuatro personas de fuera que no estábamos radicando en la
Ciudad de México y logramos el 50 por ciento para los estados y el
50 por ciento para la Ciudad de México. La descentralización es
importantísima.
“Creo
que hay que poner un tope al número de veces que se accede a los
recursos. Entonces, en cuanto a modificaciones: descentralización,
equidad de género; que los jurados, tal vez, no deban ser del
Fonca... fíjate, pero ahí nos metemos a otro problema: para juzgar
una obra artística debes tener autoridad para hacerlo, ¿a quién
puedes nombrar?, bueno, podría ser que los jurados ya no fueran del
Fonca para que no tengamos esa endogamia que sí es terrible de
alguna manera”.
Pensar
la Cultura más allá de la actual coyuntura
Para
Rubén Ortiz, una Secretaría de Cultura debe tener como una de sus
principales funciones “abrir espacios que salvaguarden los derechos
laborales de los artistas; eso es muy importante, porque hay una
serie de cosas mezcladas que el Fonca no acaba de satisfacer por su
propia arquitectura”.
El
creador señala los derechos laborales de los artistas como uno de
los puntos más importantes, porque “es ahí donde hay un enorme
pecado de omisión en la nueva Secretaría de Cultura; no ha generado
un programa de trabajo que hable sobre los derechos laborales y de
cultura del lado de los artistas, ha hecho todo por omitirlo”.
Recuerda
que fue la organización del gremio artístico la que permitió crear
un espacio de diálogo con la institución estatal, sin embargo
“recibieron de la Secretaría un discurso profundamente vacío”.
Liliana López, en contraparte, defiende la postura y acciones de la
actual dependencia cultural federal:
—En
los momentos inéditos que vivimos, creo que la Secretaría de
Cultura actúa adecuadamente manteniendo el sistema de apoyos. Puede
ser perfectible, pero no considero que sea el momento de abrir este
frente y aumentar la irritación de los actores culturales. Es un
tema que debería revisarse a futuro.
“Aquí
el tema más importante, desde mi perspectiva, es crear espacios para
que juntos podamos imaginar futuros posibles, ejerciendo los derechos
culturales y propiciando otras formas de sociedad donde no prime sólo
la competencia”.
La
cultura, una reserva de esperanza
Pero...
¿cuál es la postura oficial de quien conduce el actual proyecto
para incorporar al Fonca en la Secretaría de Cultura federal?
Entrevistada
por Notimex hace una semana acerca de cómo la dependencia a su cargo
ha enfrentado los efectos de la pandemia de Covid-19 en el plano
cultural, Alejandra Frausto expresó:
—El
apoyo a la creación es fundamental —y explicó que la
justificación de excepción presentada por ella en semanas
anteriores y que devino en la incorporación del Fonca a la
Secretaría de Cultura fue con base en “tener conciencia del
momento de solidaridad que estamos viviendo y hacer conciencia sobre
el bien común”.
Y
deben cuidarse, añadió, las herramientas que se tienen actualmente
“y ser muy responsables con ellas, en este sentido se hizo la
justificación”.
Lo
considera “fundamental” porque la actividad artística y cultural
significa “una reserva de esperanza que tiene México; estamos
seguros que saldremos adelante y nos sumaremos para apoyar las
condiciones de lo que viene, porque hay gente que por desgracia la
verá muy difícil, entonces estamos para hacer comunidad y salir
adelante”.
Complementariamente,
en el comunicado emitido por la Secretaría de Cultura federal
durante la noche del viernes, mismo en donde se oficializaban las
modificaciones en el Fondo, se enfatiza en que, tal “como lo ha
dicho el presidente de México, un gobierno emanado de un movimiento
social jamás desdeñará el papel de la cultura en la transformación
social”.
Como
parte fundamental del mensaje compartido por la secretaria de Cultura
en dicho boletín, se explicó lo que sucederá con el Fondo Nacional
para la Cultura y las Artes: “Como parte de este proceso, se
informa que el Fonca será incorporado a la estructura orgánica de
la Secretaría de Cultura, lo que permitirá contar con reglas de
operación claras, transparentes y sin espacio a la corrupción.
Además de dotarlo de certeza jurídica, reconociendo como un Sistema
Nacional de Creadores que abarca desde los jóvenes creadores de los
estados hasta los eméritos en todos los campos de la creación”.
Para
la realización de este reportaje y una vez que se hizo público el
ya referido comunicado de la dependencia cultural federal, buscamos
charlar con Frausto; sin embargo Antonio Martínez, enlace de
Comunicación Social y vocero de la Secretaría de Cultura,
amablemente nos expresó:
—Nuestro
boletín es claro, si tienes dudas con mucho gusto las aclaramos...
Asimismo,
confirmó que lamentablemente no sería posible conversar con la
secretaria antes de la publicación de este reportaje. Sin duda, en
alguna segunda entrega le buscaremos pues consideramos primordial
conocer de su viva voz cuáles serán los mecanismos para emprender
una tarea tan urgente como las transformaciones al Fondo Nacional
para la Cultura y las Artes.
Aún
queda tanto por decir...
Todos
los involucrados en la cultura mexicana saben bien que el Fonca es un
hijo bastardo del salinato a petición expresa, en 1988, del Nobel
literario Octavio Paz (a quien le faltaban todavía dos años en
recibirlo) para satisfacer sus demandas económicas: si en Europa
consentían a los intelectuales, y el poeta lo había visto con sus
propios ojos, diplomático viajador como era, ¿por qué no podría
cristalizarse esta urgencia en México?
Todos
lo saben, al igual que, como fideicomiso, una parte monetaria, se
dice que una tercera parte, iba a parar a manos de quién sabe quién.
Hubo un momento en que este asunto fue muy aireado en los medios
precisamente durante el salinato, pero con el tiempo este asunto de
la ausencia corruptora jurídica se fue diluyendo tras los telones y
los telares de los dramas de la entelequia cultural.
Sí,
un aparato para beneficiar al sector cultural e intelectual, pero no
a todos ellos sino a una selecta cantidad de elegidos (y a uno que
otro desconocido para que no se sugieran mezquindades y
obnubilaciones exquisitas). Por eso mismo fue naciendo, de a poco,
eso que llamamos codicia, porque lo que se anhelaba era una
beca porque a cambio no se pedía nada: ¡escribir un libro mediante
cómodas mensualidades!
Vamos,
ni siquiera el Fonca se comprometía a editar los libros que
escribían los beneficiados. Muchos criticaban airadamente el sistema
calificador de estas canonjías... hasta que eran recompensados por
el mismo mecanismo que un poco antes criticaban.
De
ahí que, por ejemplo, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes
donaran sus respectivas becas (porque no las necesitaban) para crear,
en la FIL de Guadalajara, la Cátedra Julio Cortázar y beneficiarse
así a ellos mismos al relacionarse con los magníficos autores
invitados a aquella prestigiada conversación.
Todas
estas cosas se saben, pero eran calladas porque el sistema de las
reparticiones era inquebrantable: nadie lo cuestionaba porque el
presidencialismo lo arropaba, por lo tanto el ruido crítico a su
alrededor era sólo un zumbido inofensivo de abejas alebrestadas sin
aguijones hirientes.
Ahora
que el fideicomiso ha desaparecido para trasladar el Fonca a la
Secretaría de Cultura federal, por supuesto que moverá al
desquiciamiento, porque se verá como una falta de respeto a la
creación artística que jamás cuestionaba su proceder (y si lo
hacía era en silencio soterrado... hasta el momento en que los
protestantes salían en las listas afortunadas de los becarios
aceptados y recompensados): ¿por qué casi nadie preguntaba quiénes
eran los que calificaban los pensamientos creativos y las calidades
artísticas?
Ese
era el dilema, que nunca fue revelado.
No
es momento de aplaudir esta decisión, pero tampoco de
descalificarla. Porque el Estado, y ningún otro país en
Latinoamérica lo ha hecho como México (ni en Cuba), tiene una
obligación moral con sus creadores. Por supuesto. Pero, decimos,
siempre y cuando ésta conlleve equilibrio, justicia e imparcialidad.
NTX/VRP/MBS
http://www.notimex.gob.mx/ntxnotaLibre/759289/¿soplan-vientos-de-cambio-en-la-cultura-y-las-artes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario